Un incendio trágico en un taller textil impulsó un movimiento de trabajadorxs argentinxs para conformar cooperativas y obtener derechos legales. Epifania “Fanny” Espinola Garcia recuerda bien el incendio eléctrico en marzo de 2006 que mató a cinco niñxs y a una mujer embarazada que trabajaban y vivían en condiciones deplorables.   

En ese momento, las condiciones laborales de Fanny como trabajadora textil en domicilio no eran mucho mejores. Su lugar de trabajo en el barrio Gabriel Miró, al sur de Buenos Aires, era ceñido y tenía una conexión eléctrica "informa". Ella y sus colegas eran acosadxs por la policía y por inspectorxs, quienes lxs amenazaban con clausurarlxs y confiscarles los productos. Dependían de los caprichos de lxs intermediarixs para pagos y contratos y, a pesar de largas horas de trabajo, apenas cubrían sus necesidades. 

"Eran condiciones casi esclavizantes", cuenta Fanny, que emigró de Paraguay con sus tres hijxs. "Estábamos sufriendo trabajar desde casa". 

Fanny pensaba que debería haber una mejor forma y comenzó un camino que, luego de nueve años, derivó en una federación extraordinariamente innovadora de más de 80 cooperativas textiles. 

Inicialmente, luego de ese incendio, Fanny y su hija adulta comenzaron a trabajar con algunas mujeres peruanas confeccionando ropa para vender en ferias. Tuvo éxito, pero exigía mucho trabajo y seguían siendo acosadas. "Fue muy duro", dice simplemente Fanny. No obstante, las mujeres iniciaron un centro de cuidado infantil gestionado por voluntarixs para sus hijxs. Pero la ubicación del edificio estaba en disputa y tuvieron que luchar contra "criminales locales que estaban robándonos y matando personas de la zona", contó Fanny. Su voz se quiebra de emoción. "Lxs niñxs estaban llorando. Querían saber dónde iban a jugar". Sorprendentemente, el centro de cuidado infantil aún funciona en la actualidad.

Fanny decidió que, para mejorar las condiciones laborales, necesitaban legitimidad, y que eso iba a requerir un cambio radical: tenían que dejar de trabajar en sus hogares. Encontró un aliado en Juan Grabois, abogado y fundador del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). En el marco del MTE, lanzaron una organización cooperativa: la Federación de Cooperativas de Costureros, Indumentaria y Textiles (FECOSET)con Fanny como presidenta. Su eslogan es "La casa para habitar, el polo para trabajar". 

La federación abrió su primer polo cooperativo, Textil Miró, en 2015. El espacio moderno con buena infraestructura y equipamiento les permite mayor productividad y competitividad. Comenzaron a negociar contratos de manera directa, compartiendo tanto los gastos como las ganancias entre ellxs. Y, como una cooperativa con derechos legales, obtuvieron acceso a seguridad social, jubilaciones y cobertura médica del Estado por primera vez.

La hija de Fanny, Mariela (44) que fue la primera en firmar, dijo que las condiciones sin duda eran mejores. Trabaja de 8 a 5, de lunes a viernes. "Estoy orgullosa de mi mamá. Es nuestra maestra y un ejemplo de cómo seguir adelante". 

El día de nuestra visita, Textil Miró está ajetreado mientras un enorme camión reparte kilómetros de tela para confeccionar ropa de cama. Todxs echan una mano para ayudar a descargarlo, riéndose a pesar del arduo trabajo. Los ventiladores giran en lo alto; el espacio está limpio, ordenado y reluciente. 

En 2018, la federación se afilió formalmente a HomeNet Internacional (HNI). Fanny inicialmente dudaba sobre unirse porque en Argentina el mejor lugar para trabajar son las cooperativas, no las casas. Sin embargo, también vio que "realmente es importante luchar juntxs... para que todxs se sientan incluidxs". 

Fanny ha asistido a dos eventos de HNI en el extranjero, en el que conoció a colegas de decenas de países. "El país que recibió más preguntas fue Argentina"; cuenta con una enorme sonrisa. "¡La gente de HNI nos amó!".  

Y Fanny, que no tiene estudios formales, disfruta de recibir asesoría de lxs expertxs de HNI y de compartir experiencias con sus colegas internacionales. Lxs miembros de la federación están comenzando a tomar capacitaciones. 

A lo largo de los años, la federación ha florecido. Actualmente, existen 80 polos de trabajo oficiales con 3,000 trabajadorxs, la mayoría ubicados en los alrededores de Buenos Aires, donde se concentra el trabajo textil. Hay otros 10 polos de trabajo no oficiales. Fanny (66) aún es la presidenta de la federación.

En 2017, el Estado reconoció legalmente el centro de cuidado infantil de la federación: el Centro Infantil de Recreación y Aprendizaje (CIRA). El reconocimiento se reflejó en salarios para lxs trabajadorxs. "Este lugar es mi vida", cuenta Fanny, que eligió el centro Miró para tener esta entrevista. Este centro recibe a 400 niñxs, de entre 45 días y 18 años de edad, y brinda apoyo a personas vulnerables de entre 21 y 25 años. Se han establecido cuatro centros similares en otros lugares, con 32 empleadxs en total, incluidxs maestrxs y trabajadorxs sociales. La federación también tiene un centro educativo para trabajadorxs que ofrece formación en tecnología, organización de producción, administración y comercialización.

Luego de tanto progreso, ahora las cosas no están tan estables. Fanny cuenta que la federación ha estado en crisis desde que el presidente de derecha Javier Milei asumió su cargo en diciembre de 2023. Hubo un 200% de inflación y recortes presupuestarios, cuenta Fanny. El alquiler, el agua, la comida y la reparación de los equipos son todas más caras, por lo que las ganancias son más bajas. Algunas veces la cooperativa organiza actividades para recaudar fondos, como una venta de pollos a la parrilla. 

En el polo Miró, se han ido 15 de lxs 25 trabajadorxs, lo que implica que los gastos por persona son más altos ahora. Hay un cartel en la pared que dice: "Cinco de cada diez máquinas no están trabajando debido a las políticas del Gobierno nacional".

"Nos quedamos acá por el espacio, por lo que hemos construido más que por los beneficios económicos, que son bajos"; cuenta Mariela. 

Pero Fanny conserva un haz de optimismo: "Nos estamos esforzando para mejorar las cosas y obtener apoyo o ayuda utilizando todas nuestras afiliaciones". Siguen adelante con la comercialización de su marca colectiva de productos textiles llamada Carpincho Indumentaria (un mamífero grande y resiliente similar a un cobayo). "Nuestro objetivo es tener una mayor autonomía" cuenta Fanny. "Pasaría la noche entera cosiendo".