Nos mueve el desempleo, la falta de comida para nuestros vecinos, amigos y compañeros. Arrancamos una olla solidaria, llena de mística y compañerismo.
Cocinemos juntas tomando todas las medidas pertinentes, nos vemos divertidos sin glamour, una gorra o un pañuelo, una mascarilla, guantes y un vestido de nylon.
Lo primero que hacemos es limpiar todo con agua clorada. Ninguna tenía experiencia en una olla común, todas solo cocinaban en casa para su familia. Ha sido interesante descubrir las grandes capacidades de cada una de nosotras. Todas haciendo de todo, pelando, cocinando, con música, para cantarle y asustar al bicho…
Saliendo a pedir verduras en la feria, no todos nos dan pero los que lo hacen lo hacen con cariño, saben que el éxito de nuestra cruzada también depende de ellos, llega la gente y desaparece el miedo al contagio, queremos abrazarlos a todos, vemos sus rostros llenos de gratitud, transmiten sus necesidades, sabemos que lo que hacemos es correcto y es entonces cuando nos olvidamos de lo que nos dicen en nuestros hogares. ¿Y por qué tú? ¿Y si te contagias, qué vamos a hacer? ¿Estás desafiando al virus?
Tal es el compromiso de clase con las personas hacia nuestros pares, que hace que el virus quede inconsciente, atemorizado y no se atreva a mirarnos, el compromiso que nos hace poner una barrera entre el virus y nosotras es mayor.
De todos modos, cuando dividimos las masas para hacer el pan amasado, lo hacemos con mucho gusto, con amor por quienes lo consumirán, se hace con valentía y decisión, lo que nos hace soñar que esto ya pasó y saldremos a las calles para seguir luchando por la dignidad de todo un pueblo que está cansado de tanta injusticia y desigualdad, esta olla está llena de esperanza, porque no nos gusta este Chile.
Estamos cocinando para que se multiplique esta receta de unidad y solidaridad, que llegue a todos los rincones de nuestra población, a todo un pueblo hambriento y desesperanzado, esta receta tiene como ingredientes justicia social, educación gratuita y de calidad, acceso a salud integral, cuenta con una jubilación que nos permite vivir los últimos años de vida con alegría, compañía de personas mayores, cuenta con una vivienda digna. Parques para niños y niñas, centros Culturales para jóvenes. Trabajo para hombres y mujeres que construyen el país con sus manos. Con salarios que nos saquen de la pobreza y nos permitan ser felices.
Para que resulte esta receta:
Revuelva todos los ingredientes, agregue movilización, participación, cocine a fuego lento, reúna paciencia, convicción y nueva constitución aparecerá.
Patricia Coñomán