Jane Barrett, directora del Programa de Organización y Representación de WIEGO, en colaboración con Chris Bonner, exmiembro y asesora del Comité de Trabajo de HNI, guió un interesante debate sobre la organización, uno de los temas principales del Congreso. Para que las personas asistentes al Congreso tuvieran la oportunidad de aprender desde diferentes perspectivas, cuatro líderes de personas trabajadoras en domicilio fueron invitadas a presentar los modelos organizativos de sus propias organizaciones.

Mary Viyakula, de Anukathama (SAVE), una federación que organiza a las personas trabajadoras de la confección con sede en India, habló sobre cómo identificaron a las contrapartes a tener en cuenta para negociar con los diferentes grupos interesados sobre los problemas de las y los trabajadores de la confección en las cadenas de suministro: 

“A las personas trabajadoras en domicilio se les paga muy poco porque hay de tres a seis intermediarios entre ellas y las fábricas. Por eso son invisibles para las marcas internacionales de ropa. Ahora, las personas trabajadoras están organizadas e involucran a otras. La organización ha llegado a 47,000 las personas trabajadoras. Estar juntas les da energía. Mediante el ahorro nos motivamos unas a otras y atraemos a otras las personas trabajadoras al sindicato. Hemos tenido negociaciones exitosas con intermediarios en el 60% de los casos. Los fracasos se consideran oportunidades de aprendizaje. Pudimos reducir 1 o 2 intermediarios. A nivel de marca, SAVE defiende a las personas trabajadoras en domicilio y al mismo tiempo presiona a los gobiernos locales para que las reconozcan”.

Anishabanu Mohamadyunus, que ha estado asociada con SEWA durante casi 22 años, les dijo al público del Congreso que ella es una trabajadora en domicilio de segunda generación que organiza a las personas trabajadoras en domicilio.

“Las personas trabajadoras en domicilio ni siquiera son conscientes de que son trabajadoras. Primero, las ayudamos a identificarse como trabajadoras. Pero no se asocian de inmediato. SEWA tiene que visitar sus hogares un par de veces y hablar sobre sus problemas personales, después de lo cual comienzan a confiar en nosotras y luego se unen a SEWA. Las personas trabajadoras en domicilio están dispersas. Se quedan en sus respectivos hogares. Por lo tanto, es muy difícil organizarlas. SEWA les pregunta quiénes son sus contratistas. No responden por miedo a perder su trabajo. Entonces, los miembros de SEWA se paran afuera de sus hogares y las observan de cerca dondequiera que vayan. Los miembros de SEWA se acercan a quienes las emplean y averiguan la tarifa que les dan por el empleo. Solo ahí es posible trabajar de alguna manera para su seguridad social”.

Anisha también mencionó cómo SEWA utiliza las cooperativas para beneficiar a sus trabajadoras y trabajadores. “En una reunión, las personas trabajadoras en domicilio discutimos el aumento del costo del hilo de coser. Si SEWA pudiera hacer compras al por mayor de hilos, su costo se reduciría. Entonces se creó una cooperativa y se instaló una tienda donde las hermanas cosían”.

Hadija Ahmed, del Grupo de Desarrollo MAARUF en Uganda, comentó cómo las personas trabajadoras en domicilio se unieron debido a la falta de acceso a los mercados para crear una voz unificada y fuerte. “Creamos pequeños grupos y realizamos talleres. Con la ayuda de HNI y WIEGO, nos acercamos a miembros de otras organizaciones para sensibilizarlos. Se formaron más 120 grupos pequeños, con cerca de 2000 miembros. Ahora estamos registrados formalmente”. Agregó que durante la pandemia se contactaron a través de las redes sociales y lograron sobrellevar la situación.

Epifania Espínola García, de la Federación de Cooperativas de Costureros, Trabajadores de la Indumentaria y Sector Textil de Argentina, contó al público del Congreso cómo inició una cooperativa de costura en un barrio humilde y los desafíos que enfrentaron:

“Las personas corrían un gran riesgo trabajando en casa porque los ladrones les robaban sus productos cuando los llevaban en los bolsos. Gracias a las y los activistas del MTE y Patria Grande, organizamos a las trabajadoras y los trabajadores y abrimos una cooperativa. Primero, teníamos un comité de 12 miembros. Luego, nos reunimos con WIEGO para saber cómo funciona una cooperativa. Hoy tenemos 80 cooperativas con 4,000 compañeras y compañeros trabajando sin intermediarios. Nuestra lucha ahora es que el gobierno nos reconozca como personas trabajadoras”.