Recientemente tuve el privilegio de visitar a Carlos, un trabajador en domicilio, en su acogedor taller ubicado en la planta baja del mismo edificio donde ha vivido con su esposa durante los últimos 25 años. Este ha sido el estudio improvisado de Carlos para elaborar piezas artesanales con materiales reciclables durante los últimos 2 años; antes de eso, las actividades se realizaban dentro de su departamento.

Mientras conversábamos tomando una taza de café, Carlos me habló de su viaje al mundo de las artesanías, un viaje que comenzó después de pasar tres años en rehabilitación debido a problemas con el alcohol. Me contó cómo conoció el oficio por primera vez en el centro de rehabilitación, donde los talleres enseñaban a las personas a realizar piezas artísticas a partir de periódicos viejos y pegamento. Inicialmente reacio, Carlos finalmente adoptó la práctica alentado por su médico, quien creía que sería una salida terapéutica cuando regresara a la vida normal.

Ahora, con un pequeño camión comprado específicamente para recolectar materiales reciclables de las calles, Carlos lleva sus hallazgos al taller, donde pasa sus mañanas y tardes inmerso en el proceso creativo. “Hacer artesanías me salvó la vida”, dijo, reflexionando sobre el poder transformador del arte en su recuperación personal.

Carlos, quien está asociado a ATEMDO, la Asociación de Trabajadores y Trabajadoras en Domicilio de Osasco (afiliada a HNI), actualmente vende sus creaciones únicas en ferias locales y por pedidos directas de amigos y clientes que descubieron su trabajo a través de referencias. Deseoso de expandirse, pronto realizará un taller de marketing en redes sociales, donde espera aprender más sobre plataformas como Instagram y Facebook. La idea es mostrar su trabajo a un público más amplio y conectarse con más personas que aprecien sus piezas hechas a mano.

Esta visita al taller de Carlos no fue solo una mirada a su proceso creativo sino también una gran historia de resiliencia, reinvención y el poder del arte en la vida de alguien.